domingo, 24 de enero de 2010

Querido b.



Toto y Rafa partieron ayer por la mañana hacia Machu Picchu. La noche anterior hubo una despedida de la san puta que incluyó reir hasta caerse al suelo, tomar litros de cerveza con extraños, la brasilera que es probablemente la mujer más encantadora que haya visto en mi vida con su risa y su flor en la cabeza y que también probablemente no volveré a ver nunca más entre otras cosas porque viajaba con un brasilero que era músico y mucho mejor que yo, la lluvia que encerró a Toto en el baño durante algunos segundos, taxis, falsos vendedores de droga, un boliche, otro, otro, otro, otro, ¡Mama África!: la canción que me presentó Juana la africana en la primera noche de este quilombo tremendo que han sido los últimos veintipico de días y que no volví a escuchar luego de que la dejé allí al pie de la montaña que casi me mata, esa misma canción misteriosa y bella como tú era la que por esas vueltas de la vida cumplía de banda de sonido en nuestra despedida y si hacía falta algo para confirmar que estábamos en el lugar correcto en el momento correcto pues ahí lo teníamos; bailamos con cientos de chicas de cientos de lugares del mundo y tomamos tragos de colores brillantes, opacos, en llamas, de shots, largos y demás características que ya no recuerdo; (una noche hace poco inventamos una fiesta en la calle, toqué y canté durante horas, canciones mías, ajenas, canciones inventadas en el momento, canciones que no me sabía, mucha gente se acercó y bailó y cantó conmigo, digo que fue una verdadera fiesta improvisada en el medio de la calle; una semana y una frontera después la gente me frena en cualquier parte para saludar a "el pibe que tocaba la guitarrita en Copacabana").
Al día siguente amanecí en el mismo cuarto de la mañana anterior pero solo y así me sentí. En el buen sentido. Desperté, desayuné el huevo revuelto sobre pan con manteca y sal con café negro del que me convidaba Rubén cada mañana y que era una exelente forma de empezar el día aunque no podría hacer que esa costumbre trascendiera a mi vida regular de ninguna manera. La comida me ayudó un poco a aliviar la resaca de ácido, tragos y skank traído directamente de Lima que me había dejado la noche anterior y que el escaso sueño no había logrado sepultar del todo. Luego di un paseo por la ciudad en lo que fue quizás el único día completamente soleado de la temporada. Me di cuenta de que no tenía los ojos preparados para tanta belleza así que fui atropeyado por ella. Me perdía sistemáticamente tratando de volver al hostel pero no me molestaba para nada. Me alegré de haber nacido sin la parte del cerebro que sirve para orientarse. Horas luego llegué a mi cuarto, que tenía una ventana que daba a la calle en la que cabía perfectamente sentado así que saqué un poco más de mi skank y disfruté de la vista. No había previsto que eso prendiera la linterna sobre todo lo de la noche anterior y un raíd de cosas me asaltó el cerebro y me puso a tocar y a hacer la mejor canción que hice en mi vida. Te das cuenta cuando una canción es buena de verdad porque sale rápido y casi por sí misma como si vos fueras un bondi y derrepente en el medio del recorrido ella te detiene y se sube, te habita, y terminás de hacerla y sentís que es lo mejor que has hecho en tu vida, aunque sólo te dure 30 minutos. La toqué cien veces para que se me grabara en el cerebro y luego salí a pasear un poco más. Fui a comer al mercado central adonde había ido con mis compas la tarde anterior y había comido un plato rebalsante de arroz, banana frita, huevo frito, papas fritas y palta y que en ese momento se me presentaba como poco menos que un oasis. En Perú se puede comer por tres soles o por cincuenta. Para comer por 3 soles hay que comer lo que comen los peruanos, cómo y dónde lo comen los peruanos, y a mí me sentaba perfecto. Paseé un rato más pensando en mi canción, en cómo sintetizaba ciertos aspectos de los últimos días de mi vida, en lo que haría el resto del día y luego volví al hostel a repetir mi experiencia de un rato antes lo cual volvió a resultar muy prolífico. (El cuatro y yo, a esta altura, somos uno; yo soy de él y el es de mí.) Pensé en Toto, en el excelente tipo fuera de serie que siempre sospeché que era y en cómo había confirmado esa impresión en esta época. Pensé en toda la gente que había conocido últimamente, en los iluminados, en los oscurecidos y en los que ni. Pensé en Brenie y en qué estaría pensando ella en ese mismo momento. Pensé en vos. Pensé en qué onda la vida y todas esas cosas.
Salí de nuevo, ya era de noche, pensando en cenar y en dar una caminata nocturna que probablemente acabaría en algún bar o algo así gritando cosas con algún extraño de vaya a saber uno qué lugar del mundo pero mientras cenaba en un tugurio por dos soles y medio se largó una lluvia torrencial que frustró mis planes. Volví al hostel y me senté en la sala a mirar un partido con algunos otros viajeros que había conocido la noche anterior y me habían parecido bastante imbéciles así que me cansé rápido de intentar que no se me cayera la cabeza del aburrimiento y me fui a dormir, tenía casi dos de los más intensos días de los últimos tiempos encima y necesitaba un descanso. Creo que no eran ni las diez.
Hoy, la primera vez que desperté era de noche. Igual la segunda. En la tercera y la cuarta empezaba a aclarar. Despertarse consistía en abrir los ojos, mirar al rededor, recordar en qué parte del mundo estaba y qué estaba haciendo, y una vez que tenía eso más o menos figurado volver a tratar de dormir. La quinta o sexta vez que me desperté me aburrí de todo eso y pensé que había que levantarse e ir por el delicioso desayuno de Rubén. Ahora estoy en el hotel donde supuestamente debo encontrarme con Leti y Pachi, que vienen con dos horas de retraso so far.
En un par de días parto hacia Machu Picchu, a ver qué onda.
Espero que antes de irme pueda distinguir entre la multitud el brillo de tu frente.
Tuyo,



.d


ps: perdón por la extensión y el tedio pero los dedos se me desconectaron del cerebro.

2 comentarios:

Pataza dijo...

che, no sé de cuándo es este post...pudieron llegar a Machu Pichu los que fueron para allá? Están bien?
Beso, suerte para todos

.d dijo...

skateboard, cómo vas?
no, MP finalmente se frustró... una pena. supongo que tuvimos suerte comparándonos con el destino de otra gente. quizás ese sea nuestro ¿consuelo?
beso