miércoles 27 de junio de 2007
Juana y el tango y Quevedo
Justo que creí había
logrado un pedacito de tu corazón,
hermosa y enjugada en alcohol,
me diste muerte.
Y en tal mi desilusión
no quisiera ver ya nunca
que en la vida seas feliz.
No te olvidés,que no debés olvidarte.
No te vuelvas tan loca.
Quien la quiere la sufre,
quien la tiene la pudre.
Si la besás te embarrás los labios.
Si la pretendés te cansás.
Si la querés te deja,
y verás tus disparates claros,
y te dará asco,
y te dará horror lo que te enamora.
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sábado 7 de julio de 2007
Flor
Ella es tan sexual. Ella emana sexualidad en fracciones de segundo, repentinamente y con la potencia y la brutalidad de una explosión de rayos gama. Y a uno sólo le queda temblar y disfrutar de cómo ese espasmo de las dimensiones sacude y estira y encoge y retuerce el cuerpo. Y entre tanto permanece en suspenso, instalada en un gesto tan inmóvil como atípico. Qué efímera es. Qué buena. Ella es tan clara.
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lunes 9 de julio de 2007
Escritura y muerte / 1
Sobre la escritura
Y ahí viene
la muerte,
a convertir
mi discurso en pluma
y mi cuerpo
en carne.
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Escritura y muerte / 2
La escritura es el pasado. La escritura embalsama. Es la condena: antecedentes policiales, documentos de identidad, currículum vitae. La firma: la huella. Escritura y represión: la Ley.
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Escritura y muerte / 2 - Apéndice 1
"Embalsamar.
(De en- y bálsamo)
1. tr. Llenar de sustancias balsámicas las cavidades de los cadáveres, como se hacía antiguamente, o inyectar en los vasos ciertos líquidos, o bien emplear otros diversos medios para preservar de la putrefacción los cuerpos muertos."
Diccionario de la RAE.
(El subrayado es mío.).
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jueves 19 de julio de 2007
En relación con el arte y sus condiciones de producción
Gustavo Postiglione es un realizador* de cine rosarino**. En sus películas suele trabajarse la cuestión de qué significa hoy en día hacer cine en la periferia, qué tipo de tensión se da entre Buenos Aires como (autoproclamada) capital cultural y los artistas del interior del país y su producción.
En relación con esto, le recomiendo a cualquiera que esté interesado en el tema la lectura de este post, publicado por el mismo G.P. en su blog: http://gustavopostiglione.blogspot.com/2007/07/academia-de-cine.html#links, y organizar la lectura a partir del análisis de la frase: "El sistema aristocrático de gobierno no es algo digno de artistas ni trabajadores de la cultura" (el subrayado es mío).
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* Me gusta decir realizador de cine cuando el rol dentro del proceso de producción de la obra que la persona a la que me estoy refiriendo desempeña trasciende el de director, e incluso el de director-escritor.
** También es uno de mis artistas favoritos.
miércoles 8 de agosto de 2007
Vómito
Es mediodía y estoy sentado muy plácidamente en la estación leyendo un libro, entonces siento ganas de fumar y cierro el libro y levanto la cabeza y me doy cuenta de que este es el día más conchudamente hermoso que vi en mi puta vida y en poco tiempo tengo que ir a desnudarme al taller pero no quiero ir porque no quiero encerrarme y perderme este día tan conchudamente hermoso y feliz que siento que voy a extrañar cuando se termine. Pero voy a ir. No quiero deberle nada a nadie y mucho menos quiero joder a la gente del taller que tan bien me trata siempre y que piensa que soy un buen chico y todas esas cosas. Este es el día más conchudamente hermoso y se puede ir a la mierda y de hecho va a irse a la mierda porque es un día y esa es básicamente la característica de los días: que se van, a la mierda o a cualquier otra parte. De cualquier manera es un día muy feliz. Y lo amo (o mejor dicho me amo a mí en este día). Es uno de esos momentos en los que no puedo parar de escribir y que siento que si no los aprovecho va a ser un error terrible y entonces escribo y escribo cada cosa que veo, como esa chica de catorce o quince años que salta del andén y cruza las vías caminando sin mirar hacia ningún lado y sin preocuparse absolutamente por nada, como si fuera verano y cruzara descalza un arroyito claro, ¡loca de mierda!, ¡volvé! Ahora estoy tan emocionado (me tiemblan las manos) que ya no puedo escribir pero no me importa porque acá está mi día fresco y soleado y espectacular y la escritura y todas esas cosas pueden irse al carajo.
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Escritura y muerte - Capítulo Final
Ser un ratón de biblioteca está bien para Borges.
A mí me interesa la literatura que se escribe con la cabeza pero también con el cuerpo. Me interesan Céline, Henry Miller, Kerouac, Walsh. La literatura que se inscribe.
Escritura y cuerpo.
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Livteiradtuara - Capítulo Único
El cuerpo
Estoy tranquila. La tormenta es feroz pero ayuda pensar que los truenos son ronquidos. Hay muchísima agua en todas partes y la lluvia no cesa. Pero estoy bien, no tengo frío. Llueve tanto que parece que el aire fuera otra cosa, una sustancia distinta, más densa y áspera. No tengo sueño. Además hay mucho ruido. El viento es firme y constante pero inofensivo; hay también rayos pero están lejos, sólo cada tanto llega hasta aquí un resplandor. No estoy cansada.
Odio que Mamá trate de enseñarme los modales de las señoritas. No quiero ser una señorita. No quiero que nada ni nadie posea mi cuerpo jamás. Nunca más. ¡Que enferme! ¡La odio!
Ya. La luna por fin ha salido y el trigo se ha puesto de nuevo de su mismo color. Y el aire es aire. Estoy cansada. Ahora me acuesto.
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domingo 2 de septiembre de 2007
Escritura y muerte - Epílogo
"--Hay un fusilado que vive."
Rodolfo Walsh.
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sábado 15 de septiembre de 2007
Una vuelta dije que me interesaba la música porque había movimiento, cuerpo, margen de error, espontaneidad. Que me gustaba porque no era una cosa acabada. Que para cosas acabadas ya tenía la literatura.
Lo pienso ahora, y a lo mejor tendría que haberme puesto a pensar en la forma de alejar a la literatura de esa idea de cosa acabada --lo cual es una empresa por demás ambiciosa, vale decir--.
El rol de la crítica, podríamos pensar. La crítica como el agente --si cabe-- que lee y relee las obras y las mantiene en constante mutación. El problema que surge de esta línea de razonamiento es que de esa manera la literatura no podría existir sin ese otro agente que la complementaría, que sería la crítica. Es decir que, siempre dentro de este modelo, una obra "literaria", sin la intervención de la crítica, no guardaría muchas diferencias respecto de una piedra o ladrillo cualquiera --y es gracioso pensar cuán parecidos son, al menos en su forma, un libro y un ladrillo--. Siguiendo esta senda, la literatura sería aquello que se da cuando se encuentran la obra y la crítica; sin la intervención de la crítica no existiría literatura, sólo existirían obras. En este sentido se podría pensar que mientras exista la crítica la literatura no será jamás una cosa acabada; incluso la historia literaria estaría en constante mutación.
Pasando en limpio, diríamos que no podría existir literatura sin la intervención de la crítica, y que es justamente esta intervención la que le da ese carácter de proceso.
Ahora bien, esta es sólo una postura. Que podría sonar tranquilizadora, pero por alguna razón no me alcanza.
No me alcanza y siento la necesidad de pensar en alguna forma que permita concebir la obra literaria como un proceso, pero de manera autónoma, valiéndose por sí misma. Una forma de literatura que integre al cuerpo, que tenga movimiento, sorpresa; que sea inestable. Quizás sea difícil imaginar tal cosa porque la literatura está atada, no digamos esencialmente, pero sí históricamente, a la escritura --los habituales ya conocen lo que pienso de la relación entre la escritura y la muerte--. Entonces, ¿será el momento de inventar una literatura que funcione por fuera de los límites de la escritura? ¿Es posible divorciar literatura y escritura? ¿Seguirá siendo literatura aquello que trascienda a la escritura?
Algunos podrán decirme que tal cosa ya existe y es el teatro. Por alguna razón eso tampoco me alcanza.
No puedo dejar de mencionar en todo este asunto dos obras (que no son necesariamente las únicas, sólo son las que se me ocurren ahora) que pueden traer alguna pista: Almuerzo Desnudo y Operación Masacre. Son dos obras que rechazan sistemáticamente las aproximaciones de la crítica. Dos obras que están completamente por fuera del marco de lo legible. No sólo son inestables, sino que además desestabilizan lo que está al rededor. Y lo hacen en este sentido: ¿son Operación Masacre y Almuerzo Desnudo literatura? ¿Si lo son, cuáles son entonces los límites de la literatura? ¿Si no lo son, qué carajo son?
Qué importancia y qué función se le dan al cuerpo en estas obras; cómo funciona (si es que funciona, si es que existe) en ellas la oposición literatura-vida; qué transformación producen (o no) sobre el concepto de escritura; qué tipo de diálogo proponen con la crítica (si es que proponen alguno). Son algunos de los interrogantes.
A lo mejor lo que debe hacer la nueva literatura es abrir vacíos, no llenarlos. Frente a la vieja literatura del orden, de lo estable, de lo positivo, una nueva literatura del quilombo, de lo inestable, de lo desinstitucionalizado.
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miércoles 19 de septiembre de 2007
Verbo
Epílogo
He aquí algunas consideraciones.
Siempre me pareció que el mérito de Andrés como guitarrista es que no es exactamente un guitarrista. Gustos a parte, hay que reconocerle que le da otra identidad al instrumento. No es un guitarrista tradicional. Su poética guitarrística, por así decirlo, consiste en una exhaustiva exploración tímbrica y en formas musicales deformes (valga), inclasificables e incontrolables. Digamos que de nosotros dos, que éramos la parte armónica y melódica de la banda, yo era el cable a tierra, y él era el cable pelado. Es probable que un músico como él sea lo mejor que le puede pasar a un músico como yo y que un músico como yo sea lo mejor que le puede pasar a un músico como él. Y un baterista como Bola es lo mejor que le podía pasar a la unión. Un baterista súper cerebral. Milimétrico. Un gran lector de la música: cada golpe estaba en un determinado lugar por alguna razón, y perfectamente articulado con lo demás. Un tipo que junta las piezas dispersas y las calza suavemente armando el rompecabezas rítmico. Un baterista borgeano.
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jueves 20 de septiembre de 2007
Pensamientos
A mí no me interesa si tenés otra persona. Yo sé que tu interés y tu amor por mí existen y son genuinos. A mí lo que me interesa es explorarte, sumergirme; irme de viaje a vos. Saber qué otras cosas hay en tu alma. Ojalá tuviese yo tu amor así. Para mí lo nuestro es bidimensional: estás vos, y estoy yo, y eso es todo. Yo qué sé.
Ahora bien, ¿vos qué querés? Yo no tengo ni la menor idea de qué es lo que vos querés. No te conozco tanto como para que tus signos me generen certezas. No sé cómo interpretarte. Cuando hablás estás siempre bailando en el filo de lo ambiguo, más de un lado, más del otro (no voy a decir que ese vértigo no me excita, pero no es por eso que te quiero, mi interés y mi amor por vos existen y son genuinos también), y eso que hacés con tu cuerpo a veces, ¡uf!, ¿estás quedándote o yéndote?
Hey
¡¡HHHEEEEEEEEEEEEEYYYYY!!
Ah, hola. Pensé que te habías ido.
No. Nada. Eso. Ja, sí...
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domingo 23 de septiembre de 2007
Despejando dudas III
¿Por qué Fun People es tan bueno?
Al margen de que sus temas son súperbailables (lo cual, quienes me conocen me corroborarán, pienso que es un gran mérito, y hasta podría decir que eso solo ya de por sí la justifica) y de que sacaba tema tras tema a partir de una paleta de recursos un tanto limitada exprimida hasta la última gota (de una manera impecable, vale decir), creo que la virtud principal de Fun People está en su uso de la lengua. Ese inglés gastado, deforme, mal pronunciado, mal conjugado; ese inglés violado. En ese momento de la década del noventa en que internet y los teléfonos celulares (entre otros) dicen hola llegué, en que la globalización ya no es tanto las guerras mundiales y empieza a tomar otra cara aparentemente más amigable. En ese momento llega Fun People a mostrar que los hijos de la globalización siempre llegan de a pares: el pulcro, hermoso, cyber y teleeducado e informado, y el sucio, el feo, el deforme, el bruto. Fun People es el Hugo de la globalización. Su operación consiste en tratar los temas adolescentes de moda (global), como anorexia, SIDA, homosexualidad, travestismo, drogas, etc, a partir de ese vómito de inglés. Le quisieron imponer la nueva lengua del mundo y la mandó de vuelta cagada a patadas, escupida y con mocos pegados. Y todo esto moviéndose en un circuito alternativo e independiente, lejos de los grandes capitales que podrían haberla mercantilizado y empañado su gesto, y cerca de (muchas veces, incluso, mezclada con) el público.
Fun People fue una banda que tuvo la lucidez necesaria para descubrir los agujeros en el proceso histórico que la atravesaba, y la creatividad y la originalidad suficientes para hacerlo pelota. Leyó bien y rápidamente la dialéctica de la globalización y en lugar de sólo denunciar sus males, como hicieron estérilmente tantísimos de sus contemporáneos y hasta de sus sucesores, los encarnó, los volvió su propia sustancia. Asumió sus condiciones de producción e hizo que ellas fueran la obra misma.
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lunes 1 de octubre de 2007
Collage
No quiero traer sin caosportátiles vocablos.
Dos besos comunicantes de la visión de
una existencia a otra existencia.
Y el tiempo ¡NO! estranguló mi estrella
¡brilla esencia de mi estrella!
¿Surgió de bajo tierra?
de luz un espejismo
fluyendosin parar
¡Oh la falda de ella (...)!
Hay una calle privada en tus ojos
que recorro en secreto
cuando no estás
(...)
voz cristalina/ beso húmedo y/ caricias/ la lengua tibia/ en semicírculos/ y chau literatura
The woman with her body
in the sea //
¡El mar!... hasta gritar
Dante
Volver desde el silencio
a tu eternidad en un
segundo
Los ojos.
En torno a tu frente coronada de florecillas y bayas, tus ojos, bolas preciosas, se agitan.
(...) tintineos circulan por tus brazos rubios //
y el tiempo ¡NO! estranguló mi estrella.
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jueves 1 de noviembre de 2007
Encargo
Se me pide que escriba una biografía de Verbo. Esto es lo que puedo hacer.
A Bola lo había conocido un tiempo antes en circunstancias más o menos parecidas.
Conocí a Andi en un mes que ya no recuerdo, en una salida de fin de semana. Nos presentó Fede, un amigo músico que tenemos en común, en su casa. Hubo buena onda desde el principio, me contó que era guitarrista, hablamos mucho de música, encontramos que teníamos muchos gustos e ideas en común y tiramos (medio vagamente) la posibilidad de juntarnos a tocar algún día.
Nos volvimos a ver en un par de salidas grupales más y me contó que trabajaba en una casa de música en nuestro barrio, que arreglaban instrumentos, y yo, que en ese momento necesitaba arreglar el mío, quedé en que iba a pasar a dejárselo y a charlar un rato sobre la posibilidad de juntarnos a tocar. Algunos días después estaba yo en su casa con mi instrumento. Zapamos sobre temas que conocíamos y sobre cosas que nos inventábamos en el momento. Me acuerdo que ese día toqué mucho la batería. Me contó que con algunos amigos suyos (entre ellos Bola, a quien, como dije, yo ya más o menos conocía, aunque no como músico) se estaban juntando a tocar para divertirse un rato, que no tenían bajista, y me dijo si quería sumarme algún día. Yo no sabía muy bien por dónde venía la cosa ni si había mucha onda con el resto de la gente, pero igualmente dije que sí. (Tocar siempre es divertido.)
Nos juntamos algunos días después: Andi, Bola, y yo. Zapamos de nuevo sobre algunos temas que nos sabíamos los tres pero sobre todo tocamos cosas que nos inventábamos en ese momento. Tocamos como tres horas sin parar, había mucha química. De golpe, en un silencio, Andi y Bola se cruzaron algunas miradas y se dio este diálogo.
Andi (a Bola): “Bueno, ¿le decimos?”
Bola (que extrañamente se vuelve hombre de pocas palabras cuando está sentado frente a su instrumento) le asiente a Andi con la cabeza.
Andi me mira, sonríe, y dice “Bueno, decidimos que sos el nuevo bajista de la banda”.
Yo me sorprendí un poco. No sabía que estaban armando una banda, ni mucho menos que yo iba a ser el bajista. Creo recordar que en ese preciso momento no dije ni que sí ni que no.
Andi siguió: “Nosotros teníamos pensado este nombre: Verbo. Aunque es lo que se nos ocurrió hasta ahora y lo podemos ver”. Yo seguía sin decir mucho de nada.Ese día seguimos tocando un rato más, y yo mientras pensaba. Cuando terminamos dije que sí, que me copaba. Y algo (no sé bien qué, pero algo) nacía.
Los primeros (digamos) diez ensayos fueron a pura improvisación. Marco esto porque tuvo un efecto rotundo en lo que se convirtió después en nuestra manera de componer y de llevarnos mientras estábamos sonando. En esos primeros ensayos se lograron establecer de alguna manera entre los tres ciertos códigos gestuales e intuitivos que nos permitían subir y bajar los temas, modular, cambiar partes, sin tener que dejar de tocar en ningún momento y sin que nadie se quedara sin saber qué estaba pasando. Y esto derivó en que uno de nuestros métodos de composición favoritos fuera justamente juntarnos a tocar. A finales de ese año tocamos por primera vez, en el bar Warhol. Hubo gente, sonó bastante bien, fue una velada agradable. Luego vinieron las vacaciones y nos reencontramos en febrero.
Como era esperable, los tres llegamos con las cabezas renovadas y con ganas de tocar otras cosas. Más ambiciosos. Decidimos que había que destruir todo lo viejo y volver a construir desde cero (lo cual también se convirtió en algún tipo de patrón y volvió a suceder un par de veces). La llegada de la tecnología, sobre todo a los pies de Andi, también marcó un quiebre fundamental tanto tímbrico como formal. Dejamos de estar anclados en la formación de trío tradicional y, si bien seguíamos siendo sólo tres, empezamos a experimentar sacando el bajo y poniendo dos guitarras, teclados, y lo que se nos iba ocurriendo. Ese año nos lo pasamos componiendo (vale aclarar que fue un año bastante productivo, pese a que mucho de lo que se hizo fue posteriormente destruido) y no tocamos mucho públicamente. Volvió a llegar el verano, y volvimos a separarnos para reencontrarnos en febrero.
De nuevo, año nuevo, cabezas nuevas. Volvimos a destruir lo viejo, aunque esta vez no completamente, y la fábrica volvió a funcionar. A las formas de experimentación que están descriptas más arriba se sumaron los samplers, desde lo tecnológico, y además la incursión en géneros nuevos que intentábamos hacer dialogar con lo que considerábamos era nuestra propia estética. Creo recordar que tocamos alguna que otra vez en vivo en la primera mitad del año pero no estoy muy seguro de dónde ni cuándo.
La segunda mitad del año llegó con climas extraños. Empezaron a aparecer ciertas dudas, sobre todo en la cabeza de Bola, los ensayos se pararon por un tiempo y no se sabía muy bien cómo iba a seguir la cosa, ni si iba a seguir. Poco tiempo después, mientras esa incertidumbre todavía estaba presente, Bola nos comunicó que había decidido dejar Verbo, por razones que no vamos a discutir acá. No nos sorprendió del todo pero igualmente fue un choque. Esa misma semana o la siguiente hicimos un recital de cierre en la casa de Andi. Sólo vinieron nuestros amigos y fue lindo y todos (todos: nosotros tres) quedamos contentos pero tristes pero contentos pero tristes.
Pasaron algunos meses sin novedades hasta que el eco de una vuelta empezó a ir y venir dentro de las cabezas de los tres. Nos juntamos a charlar, limamos algunas asperezas, expusimos algunas ideas, y decidimos que haríamos un recital (un buen recital) antes de que termine el año. Y así nos encuentra el presente.
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viernes 9 de noviembre de 2007
Juana
Juana: vivía lejana y con sus gatos: Tormento y Desgracia, que eran hijos de la misma madre pero tenían distinto padre; Angustia (la menor), que tenía las uñitas como de ébano, las más afiladas; y Existencio (que era el mayor), era gordísimo, enorme, ocupaba él solo casi toda la casa (la casa era realmente enorme y parecía infinita cuando Existencio no estaba). Y así se pasaban los días, los cinco, en la lejanía. Juana los mantenía a todos siempre limpios y prolijos hasta que volvían los días de calor, y entonces cada uno hacía más o menos sus cosas.
Juana me atendía siempre mejor que lo que yo podía pedir: comíamos cereales y verduras y legumbres que ella sabía preparar muy bien --nunca logré comprender cómo o de dónde obtenía sus provisiones y claro que, por educación, jamás se lo pregunté--, y, en las noches, tomábamos vino hasta tarde. Sentía por Juana un profundo afecto y una gran y no menos profunda envidia: yo esperaba del mundo algo que él no podía darme y ella se lo había hurtado sin que éste se diera cuenta. Yo no habría podido hacer eso, no tengo lo que hace falta. Soy una bolsa de pesimismo y occidentalidad.
Ya debía dejarla; hacía unos días había hurgado en los bolsillos de mi saco y sólo había podido encontrar unas pocas monedas y un par de billetes de poca monta hechos un bollo (siempre me gustó tratar mal al dinero, por alguna razón incierta consideraba que se lo merecía). Tenía que volver a la ciudad a retomar mi trabajo. Estando ahí no podía escribir nada, o al menos nada que pudiera venderse; a los americanos no les gustaban los cuentos fantásticos, sólo les interesaban los detectives alcohólicos, las oficinas brumosas y desordenadas y muchas, muchas siluetas de tiza en calles de barrios bajos. Además, pasada una cierta cantidad de días, yo dejaba de ser bueno para ella. Juana lo sabía y sabía que yo lo sabía y que no necesitaría avisarme cuando fuera buen momento para irme. Supongo que eso era lo que me permitía volver cuando quería. De cualquier manera sé que le gustaba verme. Y yo adoraba verla, empaparme de ella.
Hubo un tiempo en el que me habría gustado que se enamorara de mí. Quizás hasta nos habríamos casado.
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jueves 15 de noviembre de 2007
Último acto de noción
"Para hablar del problema sexual empleamos una jerga freudiana o post-freudiana, dirigimos la realidad, la analizamos en palabras cuyo uso nos parece indispensable. Hasta qué punto corresponden a la realidad, la falsean o la esconden" (Margerite Yourcenar).
"El concepto mismo de ideología cristaliza la certidumbre 'científica' de que las representaciones y los discursos deben leerse como las máscaras de un real que ellos denotan y disimulan. Según advirtió Althusser, hay en ello una disposición sintomal; la representación es síntoma (que debe leerse, descifrarse) de un real, y ella es la localización subjetiva de éste como desconocimiento" (Alain Badiou).
Estos dos fragmentos (y algunos sucesos recientes) me han hecho pensar que ninguna experiencia del mundo puede llevarse a cabo completamente si está mediada por el lenguaje. Hay que desterritorializarse por completo de cualquier tipo de lenguaje para vivir una experiencia acabada del mundo. ¡Maten a la literatura! ¡Quemen todos los libros del mundo! Y en especial los de poemas. ¡Ah, los libros de poemas! ¡Los muy traidores! Que nos hacen creer que en su interior esa destrucción del lenguaje es posible, y envueltos en ese vaho de mala gloria nos reterritorializan.
Para experimentar el mundo hasta las últimas consecuencias habrá que devenir animal, devenir idiota, incluso quizás hasta devenir cosa, pero nunca, nunca jamás jamás devenir lenguaje.
Dedicado al Dandy ("también me interesa ir como escritor" ¿remember?)
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lunes 26 de noviembre de 2007
Juana - II
"Querido:
Lamento ante todo tener que escribirte por motivos como este. Hace dos días recibí una carta de mi hermano. Mamá tuvo otra recaída y parece que los médicos están preocupados. Eso es todo lo que sé por ahora.
Mañana viajo a la ciudad. Tomo el tren a las dos de la tarde y dicen que estaría llegando a las nueve de la noche. Me gustaría mucho verte ahí, en caso de que sea posible, por supuesto.
Dale muchas gracias a Pablo que tan gentilmente se ofreció a hacerte llegar esta carta. Con esto de las apuradas habría sido imposible que te llegara en tiempo a través del correo.
Todo mi amor para tí.
Juana."
Recibí la carta el mismo día en que se suponía que Juana viajaría, de mano de la hermana de Pablo, una chica más bien introvertida que ya había conocido alguna vez, algunos años menor que yo, y, por cierto, muy bonita.
Llegué a la estación a las 21:06, hora del reloj central. El tren de Juana todavía no había llegado así que me senté en un banco a fumar mientras esperaba. Estaba ansioso por verla; pocas veces había pasado tanto tiempo.
A las 21:21 llegó su tren, y a las 21:23 apareció Juana en el andén, con su paso acelerado y su escasísimo equipaje. Controlaron su pasaje y llegó a mí. Me abrazó desde el costado y me besó el cachete izquierdo. "Hola, querido. Qué bueno verte", me dijo. Abracé suavemente su cuello y le besé la frente.
Salimos de la estación. Le ofrecí que tomáramos un taxi pero dijo que había estado muchas horas encerrada en el tren y que prefería caminar, lo cual tratándose de Juana era una respuesta sumamente esperable y me molesté por no haberla previsto. Media hora después estábamos llegando a casa. Habíamos hablado durante casi todo el camino; no de nosotros, sino más bien de banalidades y de cosas que íbamos viendo pasar en la marcha. El ánimo de Juana estaba raro pero era lógico, considerando el motivo de su visita.
Subimos a mi casa, le dije que acomodara sus cosas donde le pareciera y me puse a hacer café.
--¿Los gatos? ¿Bien?
--Hermosos. Te extrañan.
Le conté de mi nuevo trabajo como periodista, en un diario de una tirada más o menos importante. Que tenía libertad, que me pagaban bien, y que incluso había trabado relación con algunos de mis colegas. Me preguntó por mi papá y le dije que estaba bien, que como siempre.
--¿Sabe que estoy acá?
--No.
Hice más café.
--Así que periodista. ¿Eso quiere decir que ya no sos escritor?-- le contesté que había dejado la escritura para mi tiempo libre, que no me molestaba, y que por ahora no me interesaba publicar. Pareció conforme.
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(Gracias a M. W., por su aporte motivador fundamental)
miércoles 5 de diciembre de 2007
Juana - III
Salí de trabajar a las cinco de la tarde. Había quedado con Juana encontrarnos en el hospital a las siete. Tenía muchas ganas de verla así que dejé para otro día algo que tenía que hacer y llegué al hospital a las seis. Entré y fui al mostrador de informaciones. Dije que buscaba a una señora que había sido internada hacía cuatro días y dí el apellido de Juana. Había una mujer con ese apellido pero el nombre no coincidía. Dí entonces el apellido de soltera de la madre de Juana y pedí que la buscaran de nuevo.
--Sí, acá está. Habitación 221. Es una sala normal. Ahí al fondo tenés la escalera y el ascensor. Subís al segundo y doblás a la derecha. La vas a ver.
--Muchas gracias.
Hice todo lo que dijo y me encontré con Juana sentada en una silla en el pasillo.
--Viniste temprano. Qué bueno, no doy más. Mamá está durmiendo pero ya le avisé que a esta hora me venías a buscar así que no hace falta que la despertemos. ¿Vos cómo estás?
--Bien, todo bien.
--¿Vamos? Estar acá me agota, siento que me chupa la energía.
--Sí, vamos-- yo también odio los hospitales. Me alteran; me producen una especie de claustrofobia. Sobre todo por el olor y la sensación de saber que se está rodeado de enfermos.
Salimos del hospital y empezamos a caminar. No le ofrecí ningún taxi.
Me contó que su mamá ya estaba mejor, pero que según el médico estos episodios podían empezar a hacerse más frecuentes y que en ese caso había que pensar en alguna forma nueva de tratamiento. Me preguntó qué tal me había ido en el trabajo y le dije que bien, normal --no sé por qué estaba particularmente lacónico ese día--. Me dijo que quería pasar esa noche en casa de su madre porque al día siguiente le daban el alta y como había estado varios días deshabitada --su hermano había pasado a vaciar el buzón, cerrar las llaves de paso y no mucho más-- quería acomodarla un poco y ponerla en condiciones para cuando su mamá volviera. También --esto no me lo dijo pero estoy casi seguro de que así era-- quería pasar un tiempo sola en ésa, la casa de su infancia.
--Pasamos por tu casa, busco mis cosas, vamos a lo de mamá y te quedás a comer, ¿qué te parece?
--Me parece bien.
--No tengo ni idea de qué habrá en la casa de mamá así que estaría bueno comprar algo para hacer.
Yo asentí y "Sí, lo que vos digas", dije.
Entramos en una dietética donde compró algunas cosas, y en un supermercado chino --bien podría haber sido koreano, taiwanés, tailandés-- donde compró otras tantas. Subimos a casa, buscó sus cosas y volvimos a bajar. Esta vez sí le ofrecí un taxi y aceptó. Me felicité.
Llegamos a su casa. No pude recordar la cantidad de años que hacía desde la última vez que había estado ahí.
Entramos y la primera vez que respiré dentro de la casa sentí que ese olor era uno de los componentes que formaban el perfume natural de la piel de Juana, a pesar de que hacía ya bastante tiempo que ella había dejado de vivir ahí. Dejó las bolsas sobre la mesa de la cocina y el resto de sus cosas en el piso; yo pasé directo al living y me senté en el sillón.
--¿Querés tomar algo?
--Agua. Tengo sed.
Sirvió un vaso para mí y otro para ella y se sentó al lado mío en el sillón. Vacié mi vaso en un solo movimiento. Ella tomó del suyo dos tragos largos y dijo "Ah, qué sed". Se levantó, fue con su vaso a la cocina y empezó a cocinar. Yo seguía en el sillón pero no dejábamos de charlarnos de un ambiente a otro. Cada tanto me levantaba e iba a la cocina para fumar cerca de la puerta. Después volvía al sillón.
Terminó de cocinar y me llamó, había puesto la mesa en la cocina. Comimos un mejunje multicolor que tenía por lo menos diez ingredientes y estaba delicioso --ese tipo de comidas eran su especialidad--. Encontramos una botella de vino. Su mamá ya la había empezado pero quedaba todavía más de la mitad. Cada uno agarró su vaso y volvimos al sillón.
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jueves 13 de diciembre de 2007
Hardcore
Pone a calentar agua, prepara el mate. No revisa los mails hace algunos días y se sienta frente a la computadora. Ve la pila de apuntes, que le recuerdan un inminente parcial, desparramados sobre el escritorio. Los toca, se promete agarrarlos en un rato. Revisar mails después de varios días le produce intriga, piensa que alguna sorpresa aguarda a que la descubra. Nunca hay sorpresa, nunca hay nada interesante. Está a punto de cerrar la casilla cuando le llega un mail de un amigo. Es un link a un sitio porno. Piensa que puede ser una buena manera de distraerse. Últimamente siente que mejor sería deshacerse de su vida, cambiarla por otra. Una distracción ligera. Una forma de olvidar. Decide confiar en su amigo. Suena el teléfono. Hola, es ella. Un silencio corto, pero interminable. La página porno está abierta, una morocha se arrodilla en la pantalla. Él mira y su erección es inmediata ¿Estabas estudiando?, dice ella. Por empezar ¿Es mucho? ¿Qué cosa? El parcial ¿Podemos hablar? Sí ¿Qué hacemos? ¿Con qué? ¿Cómo con qué, Agus? Con nosotros. No sé, tenemos que darnos tiempo ¿Cómo tiempo? Su pantalón y calzoncillo de pronto descansan junto a los pies de la silla. No me digas eso. No se qué decirte. Sos tan frío. Los dos callan, silencio que dura varios segundos. El otro día, cuando salimos del bar, el sábado creo que fue, o el viernes... y lo del lunes... no me podés hacer esas cosas... ¿Y yo? ¡¿Y yo?! Vos y vos, piensa él ¿Me escuchás? Sí ¿Qué lugar ocupo en tu vida? Sos mi novia. No parece, no me siento tu novia, no me siento nada con vos. Respondeme, dice ella. Él mira la pantalla. Hardcore, tríos, grupos. Sos una mierda. Pará, Julieta. No te importa nada, te estoy hablando y no te importa ¿Qué hiciste ayer? Te llamé mil veces al celular. Ya te dije, sos mi novia ¿Qué decís? Se acomoda el tubo entre el hombro y la cabeza ¿Me estás escuchando? ¿Qué estás haciendo? El tubo del teléfono se le desliza un poco por su hombro. ¿Qué estás haciendo, Agustín? El tubo se le está por caer, el cuerpo se le sacude en vibraciones leves, cada pequeña agitación de su mano es una distancia más que recorre el tubo en el hombro ¿Me vas a contestar, Agustín? Un video se acaba de descargar. Suelta el mouse, agarra de nuevo el tubo del teléfono con la mano, el video empieza, una rubia parece bailar zamba arriba de un tipo al que solo se le ven las piernas. Escucho ruido, ¿estás solo? Sí ¿Qué hacemos?, dice ella. Te dije que no sé. Hay alguien, escucho voces. Baja el volumen de los parlantes. Sí que sabés qué hacer, sabés que esto se termina y no te importa. No, no es eso. Sí, es eso. No llores. Lloro todo lo que quiero. Se le va una pierna y patea el termo que estaba apoyado junto a la silla, hay una pequeña explosión, se derrama agua caliente por el piso. Eso querés ¿no? Verme llorar, ¿a las otras también las haces llorar? ¿A quiénes? La rubia baila un zamba cada vez más veloz arriba del tipo al que solo se le ven las piernas ¿Te pensás que soy boluda? Pero te perdono, si las dejás por mí te perdono. Ahora contestame, ¿las hacés llorar? No estoy con nadie más, Julieta. Las haces llorar, forro, morite hijo de puta ¿Porqué no te morís ahora y le haces un favor a la humanidad? La voz de Julieta se transforma para él en un zumbido molesto. Julieta, no hay nadie más ¡Mentira!, dice ella. Aunque vos no sepas yo me entero de las cosas ¿Qué cosas? Ella no responde pero ese zumbido persiste. La rubia dejó de bailar zamba, se arrodilló frente al tipo al que ahora lo que no se le ven son las piernas. ¿Qué te enteraste, Julieta? Ella sigue callada. Contame te dije. No sos impune, Agustín, seguro que mientras hablás conmigo chateas con alguna. El zumbido es cada vez más molesto, una punzada insufrible que le perfora el odio. Aparta el tubo de la oreja, lo mantiene con una mano lejos y escucha un murmullo ínfimo. Mira un tatuaje que tiene la rubia en el cuello, lo observa con detenimiento, pero no logra distinguir el dibujo. Acerca de nuevo el tubo. No llores más, Julieta. Hablame, decí algo. La rubia se prepara para recibir el semen del tipo al que ahora solo se le ve la verga. Julieta se suena la nariz, Agustín siente la punzada bien adentro en el oído. La rubia abre la boca y espera. Julieta, dice él, pero ella no contesta. El tipo le pega al tatuaje, Agustín sonríe por la puntería. Julieta se suena de nuevo la nariz ¡La puta madre, hablame y no llores! Acá el único que no llora sos vos. El tubo del teléfono cae, él se levanta de la silla, apoya una mano contra la pared, queda encorvado y apunta al piso, tiene esos segundos de ausencia con el mundo, se mantiene en esa posición. Respira hondo. Mira los apuntes sobre el escritorio y se sienta despacio frente a la computadora. El teléfono tirado en el piso, el video en la pantalla, la tarde que termina. Agustín siente que el culo se le moja contra la cuerina de la silla. Vuelve a pararse y una pequeña brisa, dando en la transpiración de la piel, le da una sensación de alivio. El oído ya no le molesta. Mira desde lo alto el pantalón como esposas en sus tobillos, piensa que si se pusiera a caminar lo haría con la gracia de un pingüino, pero no tiene ganas de caminar, ni de levantarse los pantalones, solo de estar así un rato más, parado, sin moverse.
Por Juan Ignacio Pisano.
(http://pitocuatro.blogspot.com/)
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viernes 25 de enero de 2008
b., y su escritura fotográfica
Una de las características de la fotografía es que sólo puede ser contemporánea de la experiencia. Uno no puede estar, por ejemplo, frente a un paisaje, y sacar la foto al día siguiente.
La escritura de b. funciona de la misma manera. Escribe durante la acción.
Los textos de b. no son la escritura de una experiencia --en este caso, la experiencia del viaje-- sino que al ser estos dos producidos simultáneamente la escritura se transforma en parte misma de la experiencia, en un componente más --indivorciables los dos-- de tal proceso.
Los escritos de b. son una serie de instantáneas fotográficas escritas, en las cuales se combinan escritura, cuerpo y experiencia.
b. entiende de la escritura y la vida.
El fracaso de .d
Mi escritura, en cambio, es, si acaso, la escritura de la experiencia. Escritura y experiencia como dos momentos absolutamente distintos e independientes. En lugar de escribir, como b., en el fragor de la acción, escribo tiempo después, perdido y entopado en una nube de humos reales e imaginarios. Mi escritura es el proceso mediante el cual el recuerdo de una experiencia --y, en tanto que recuerdo, necesariamente, imaginación-- se materializa, se inmoviliza --muere--, en ese real inimpugnable que es el texto.
Podría decirse, ya que estamos en el tema, que el Kerouac de b. es ese que se sienta en la playa y escribe el poema Sea, y que el mío es el que sólo cuando vuelve del viaje al oeste escribe En el camino.
b., el escritor fotógrafo de la vida.
.d, el escritor nekrófilo.
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domingo 27 de enero de 2008
siendo la puta madre
Te tuve en lo oscuro de la entraña y te perdoné con la vida. Te tuve entre los dientes y te perdoné con la lengua. Primero te tuve quieto y ahora te tengo ido de donde dejaste sin terminar el plato y un cosquilleo expectante entre las piernas. Me diste un beso en la frente y un cuidate, mientras salías. Me cuido, me voy a cuidar.
Sólo hubiese preferido que agradecieras la vida, la lengua madre y la comida, y que te quedaras vos a eso de ocuparse de cuidarme.
Por Florencia Parodi
(http://festejandolossentidos.blogspot.com)
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jueves 21 de febrero de 2008
Juana IV
Estuvimos buen tiempo charlando. No tengo una gran idea de cuánto. Buen tiempo. (Con Juana casi todo era así: nunca se sabía muy bien el cuánto ni el cómo de las cosas, sólo se sabía que estaban bien.)
Con ánimo de no sé bien qué empecé a frotar su sien izquierda --la del perfil que daba hacia mí-- con la yema de mi dedo índice. Ella estaba semirrecostada, con los ojos cerrados, la boca entreabierta y la respiración pesada. Había un silencio total y una vibración bastante potente en el aire de ese livin. Dejé la sien y pasé a peinarle las cejas --sus hermosas cejas de duende-- muy lentamente con la yema de mi dedo mayor y la de mi dedo pulgar. Juana seguía en la misma posición y en el mismo trance y parecía que, como yo, no tenía mucha idea de lo que estaba pasando. Me mudé a sus párpados, sobre los que estuve un rato, después a sus cachetes, y de ahí a sus labios. Jugaba a bajarle el labio inferior y pasar mi pulgar por la parte que da hacia el interior de la boca. A este punto ya estaba excitado como pocas veces; me sorprendió que Juana no temblara, y no hacerlo yo mismo. Me fui de su boca a los ángulos de su mandíbula y su pera. Ya estaba usando toda mi mano. Tenía una piel tan suave, y estaba tan fresca. Después de su mandíbula pasé una temporada en su cuello, que abracé con toda la palma, masajeándole la nuca con las puntas de los dedos. Ya estaba completamente duro. Crucé todo su escote en sentido vertical, me abrí hacia un costado y le abracé las tetas. No podía esperar para arrancarle en un segundo toda la ropa y cogérmela en ese mismo sillón. Juana permanecía con los ojos cerrados y quién sabe en qué planeta estaba. Saqué mi mano de sus tetas, la agarré de la cara y la besé. Ellá, sin abrir los ojos, me tomó de la nuca y me besó también. La situación estaba deliciosamente fuera de control. Nos besamos un rato más hasta que de golpe Juana me --con dulzura, siempre-- apartó.
--Esto es muy raro...-- dijo.
--Sí, --hice una pausa-- pero es muy divertido.
Después de unos minutos más de silencio volví a besarla. Juana repitió su proceso: se entusiasmó y me besó primero, y me apartó dulcemente después.
Luego de otro rato de silencio sentí que era necesario que dijera algo. Parecía, ahora sí, bastante nerviosa.
--Ya sé que es raro. Pero bueno, pasó esto. Listo, ya está. Recordémoslo como algo lindo y divertido y no lo convirtamos en una preocupación. --Pausa-- No lo convirtamos en una tragedia.
Ella asintió con la cabeza y me miraba con su cara de no necesito que me digas esto porque es una obviedad. Yo también estaba nervioso pero eran unos nervios positivos, si se quiere; los de Juana tenían más que ver con la preocupación. Parecía que la tensión la había sobrepasado y que la situación ya no le resultaba agradable así que, como era evidente que intentar establecer cualquier otro tipo de conversación habría sido inútil después de lo que acababa de pasar, decidí que lo mejor sería irme a casa. Me levanté del sillón.
--Me voy-- dije, esbozando una sonrisa, para tratar de hacerle entender que todo estaba bien y que sólo estaba tratando de descomprimir la situación.
Juana entendió. Siempre me fascinó que entendiera instantáneamente ese tipo de lenguajes.
Me puse mis abrigos, agarré mis cosas, y cuando estaba a punto de despedirla dijo "te acompaño hasta abajo", lo cual me sorprendió muchísimo porque era algo que no había hecho jamás en todos los años que había vivido en esa casa.
Bajé primero con la sensación de que todavía quedaba algo por suceder. Ella me seguía silenciosa.
Llegué hasta la puerta y me di vuelta para mirarla. Ella se quedó en el último escalón y también me miró. Decidí que yo ya había hecho mi buena parte y que de aquí en más corría por su cuenta. Además no tenía certezas sobre de qué iba a tener ella ganas y no quería presionarla. Y, para ser honesto, a esa altura ya me parecía que cualquier cosa estaba bien.Nos quedamos inmóviles unos segundos más hasta que Juana, desde su escalón, me abrazó la cabeza y me besó, me besó con todo su cuerpo. Yo la abracé con entusiasmo por la cintura y también la besé. La temperatura se volvió a levantar. En ese momento me pareció que estaba enroscado en la lengua más suave y esponjosa y tibia del mundo. Nos apartamos, nos saludamos con los ojos, me di la vuelta, abrí la puerta y me fui.
Caminé muy lentamente a casa, casi sin parar de fumar.
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lunes 25 de febrero de 2008
30 de diciembre
Prólogo
--Mandé fruta en el trabajo y el lunes lo tengo libre. Hagamos algo que valga la pena.
--¡Qué bien! Ok, hagamos.
El diálogo de dos días antes.
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30 de diciembre
Capítulo primero.
Cuando llegó el domingo no teníamos ideas y de nuestros amigos algunos tenían unos planes, otros otros, y con otros estaba yo pasando por cierto período de aspereza, así que estábamos solos, ella y yo, solos.
Fui a verla apenas después de las cuatro de la tarde; ella limpiaba y ordenaba su casa --estaba preciosa, sus looks domésticos son sensacionales--. Nos pusimos al día mientras terminaba su labor.
--¿Vamos a Borges a tomar una cerveza?
--Sí. Dale vamos.
Seguíamos sin ideas pero habíamos resuelto la tarde, además el paseo y el aire seguramente nos ayudarían a pensar.Veinte minutos después llegamos a la plaza, nos sentamos, abrimos la cerveza, negra, porque así la prefiere.
--Y ya que dijiste que te ibas a San Pedro, ¿por que no nos vamos a San Pedro?
--Estás loco. ¿Ahora?
--Sí, yo qué sé, conseguimos una carpa y nos vamos. Es cerca y no es tan tarde.
O no me tomó muy en serio, o quiso pensarlo un poco más, el caso es que no contestó nada.
La conversación fluctuó por múltiples cuestiones durante más de una hora. No me acuerdo cómo o a raíz de qué la ciudad de La Plata apareció.
--Hace unos años estuve a punto de irme a vivir a La Plata-- dijo.
--Mirá vos. ¿Y qué onda?
--Iba a estudiar, a trabajar. A vivir.
--¿Sola?--Sí.
--Qué loco. ¿Hace cuánto?
--Algunos años. Cuando vivía con mi hermana.
--¿Y qué pasó?
La explicación no la recuerdo con toda claridad, pero también fue una conversación larga, con pequeñas interrupciones del estilo de "Esto del cambio de horario es cualquiera, ¡son las ocho de la noche y mirá la luz que hay!" de su parte.
--¿Y si vamos a La Plata?
--¡Ja!
--En serio. Podemos ir en el auto, no necesitamos mucha plata.
--Dale, me copa, pero tenemos que empezar a mover.
--Sí. Hagamos esto: terminamos esta cerveza, vamos a casa, me cambio de ropa, busco plata, después vamos a tu casa, buscás lo que necesites, cenamos y nos vamos.
Me miró, sonrió, y teníamos un plan.
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jueves 28 de febrero de 2008
Versos favoritos VI
Son todas putas
(Anónimo)
Aúlla la angustia frente a una alteridad que resulta tan inaccesible como necesaria.
Apéndice - Algunos escritos sobre mujeres
--¿Y con Graciela qué pasó?
--A ver... Dicen que una mina siempre necesita dos tipos: uno que la banque, y otro que se la coja decentemente de vez en cuando (dicen también que a veces esos dos tipos pueden ser el mismo, yo la verdad desconozco). La cuestión es que yo en ese momento no podía hacer ninguna de las dos cosas. Eso es probablemente lo que pasó con Graciela.
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A Úrsula no le importaba nada, y esa indolencia me generaba primero desconfianza y luego aburrimiento.
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A Jazmín, honestamente, nunca la entendí. El misterio era esa mujer.
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Con Zoe pasé varios de los días más hermosos de mi vida. Parecía que éramos el uno para el otro, que éramos lo que habíamos estado buscando toda la vida. A Zoe sí la amé, y hasta el día de hoy cuido su recuerdo celosamente.
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De Rita me enamoré muy rápido, y descubrir que ella no era capaz de enamorarse me fulminó.
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sábado 1 de marzo de 2008
Versos favoritos VII
Fuckin imperialismo!
(Preservamos la identidad del autor porque no nos interesa --en este apartado-- hablar del individuo sino de su verso como hecho social. No estamos tratando de decidir si X es o no un boludo. Acá estamos hablando de lenguaje, literatura y política.)
Viva --o cadavérica, más bien, por escritura-- evidencia del estado del discurso revolucionario en cierto sector adolescente con pretenciones bohemias porteño. Políticamente puede parecer una catástrofe, pero debe recordarse que, aunque involuntaria, es una denuncia; poéticamente es como un grito que se ahoga a sí mismo. En este último sentido me parece que es brillante.
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domingo 2 de marzo de 2008
Algunos escritos sobre mujeres (más)
Nunca tuve certezas de la fidelidad de Carmen. Me taladraba la cabeza con pelotudeces del tipo cuándo, cómo, con quién. Creo que el problema era fundamentalmente que nunca tuve muy claro qué quería de mí. De haber sabido que me amaba lo otro no me habría importado, ni siquiera me habría molestado demasiado enterarme que efectivamente me había sido infiel alguna vez.Igual, hay que estar en la situación. No soy de piedra, sabés.
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Adoraba despertarme al lado de Alba. Sin importar a qué hora nos hayamos acostado, yo siempre me despertaba más o menos una hora antes que ella, y esa hora me la pasaba observándola. Viéndola mecerse por la respiración, estudiando minuciosamente los rasgos de su cara, su cuello, sus hombros, sus orejas, y luego, cuando volteaba (en esa hora siempre volteaba una o dos veces), su nuca y espalda. Finalmente, en algún momento, abría muy lentamente los ojos, me saludaba con una mueca y un leve gemido, hundía la cara en mi cuello, y permanecía ahí unos minutos, hasta que nos poníamos a charlar de algo.
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Con Ana pasó algo raro: se fue volviendo más desatenta con el tiempo. Yo nunca se lo dije, y no sé si lo notó. Supongo que no, rara vez notaba algo.
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No sé muy bien por qué, pero a Mónica la quería un montón. Ese no saber me gustaba, y eso que nunca fui demasiado amigo de las dudas.
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miércoles 5 de marzo de 2008
Variaciones sobre los Escritos sobre mujeres
A Úrsula no le importaba nada, y esa indolencia me generaba primero desconfianza y luego desesperación. Desesperación.
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De Rita me enamoré muy rápido, y descubrir que ella no era capaz de enamorarse de mí me fulminó.
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lunes 10 de marzo de 2008
El internado
Uno a uno los soldados han ido desapareciendo. El día ya ha caído y mi espera ahora atraviesa la noche. Debe estar nublado porque está oscurísimo. Hace bastante tiempo que no pasa nada, parece que todo está durmiendo menos yo y esta perra que se rasca obsesivamente toda parte de su cuerpo que puede alcanzar. Este es el cuadro general.
Yo, mientras, no puedo hacer mucho, sigo con la espalda pegada al paredón. Me pregunto cuánto faltará para que venga aquél que, ya sea por traerme la vida o la muerte, será mi redentor. Me pregunto también si llegará algún día. Y qué será de mí mientras tanto.
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Todo sigue exactamente igual. Salvo por la perra, que me ha dejado. La bendita no tiene nada de qué preocuparse, todo lo que necesita de alguna manera le está garantizado. Estoy decidiendo entre abrazar la ansiedad y aguardar algún suceso (del tipo que sea), o entregarme a la desilusión y descartar la posibilidad.
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Cada tanto escucho el tic-tic-tic que hacen las uñas de la perra cuando camina, aunque no la veo por ningún lado. No estoy muy seguro de poder confiar del todo en mis sentidos, aletargados por la oscuridad y la quietud y el silencio de la noche.
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Lo que podría venir, al menos, es el sueño.
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A lo mejor si me concentro y mantengo los ojos cerrados un buen rato...
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Creo que dormí un poco. No tengo idea de la hora pero se está haciendo de día, y creía recordar a la noche un poco más larga.
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Hace un rato pasó caminando cerca mío uno de los soldados. Más tarde otro, y más tarde de nuevo el primero. Ninguno interactuó conmigo, ni siquiera me miraron.
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El paredón es bastante alto y tengo sombra la mitad del día, pero el sol me pega en la cara toda la mañana, y me da calor, y arde. Tengo ampollas en los pómulos, la frente y los labios.
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Tengo los pies rodeados de mis propias heces. A veces ya no lo soporto y tengo que vomitar. Trato de que sea en la mañana para que el sol lo seque rápido y no me torture el olor. Si yo fuera un hombre libre y viera a otro en la situación y el estado en los que me encuentro ahora, seguramente lo aborrecería.
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Tengo hambre y la boca seca. Empiezo a temerle a la inanición.
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Me gustaría saber qué día es. Sólo por curiosidad.
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Hoy al mediodía vinieron tres soldados. Se pararon frente a mí en línea, uno al lado del otro, a unos diez metros, con sus rifles en las manos. Parecía que estaban esperando a algún oficial superior que diera la orden. Tal nunca apareció, y eventualmente rompieron filas y se marcharon. ¡Qué fastidio! ¡Creo que quiero ya morirme de una vez y que esto por lo menos me sirva para no volver a hablar de más, en otras vidas!
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Comunicado aparecido en un boletín oficial:
"A los nueve días de la internación del sujeto [N. del E.: a continuación figuran, en el original, el nombre y apellido, tipo y número de documento, fecha de nacimiento, estado civil y nacionalidad del internado. No los transcribimos aquí por motivos legales.], su situación continúa sin resolverse. Su condición, lógicamente, empeora.
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Comunicado aparecido en un boletín oficial, cuatro días después del anterior:
"El sujeto [N. del E.: se repiten los datos.] falleció a los doce días de su internación. Causas múltiples. Su cuerpo queda a disposición de los familiaries."
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No se encontraron anotaciones de ningún tipo pertenecientes el internado, que indiquen alguna apreciación sobre el período comprendido entre el día número ocho de su internación y el día de su fallecimiento. Conjeturamos que el cese de los registros puede atribuirse a la falta de energías y de capacidad de concentración provocadas por la desnutrición.
.d
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