viernes, 29 de enero de 2010

Querido b.



Potosí


No te cases con un minero,
su novia es la dinamita,
Ella de un beso violento,
cualquier día te lo quita.
Yo soy un minero, muchacha,
y te digo que no me quieras,
Aunque ahora traiga sonrisas,
casi siempre traigo penas.

No te cases con un minero,
la silicosis lo ama,
Y a dos metros bajo tierra,
le está tendiendo la cama.

No te cases con un minero,
le gusta cavar la tierra,
Él mismo ama la roca
con que lo devora ella.
Yo soy minero, muchacha;
no me quieras, por favor,
No llegaría a hacer fruto,
lo que en tu cuerpo ya es flor.

Zamba, Horacio Guaraní (1975)




El aire es áspero. La humedad y el azufre hacen que el mero hecho de respirar sea un trabajo duro. Avanzamos chapoteando las botas. El pasillo es oscuro y estrecho y se oscurece y estrecha más y más cuanto nos adentramos. Con cada leve tropiezo mi hombro se resiente y el taladro que tengo en la mitad derecha de la frente gracias a la altura gana milímetros.
Entre lo más pintoresco del paisaje están las estalactitas de colores rojizos y verdeazulados, óxidos de mineral, que casi nos distraen de que estamos descendiendo al infierno.
La evolución de las condiciones de trabajo respecto de la época colonial parece ser nula salvo por las lámparas eléctricas de los cascos y, por supuesto, la dinamita, ¡Oh, Santa Dinamita! ¡Diosa que abres la tierra en flor y entregas su fruto! De esos segundos en los que arde tu mecha pende la ilusión de tus protegidos. Tu rugir los hará libres.
De pronto el pasillo se empieza a estrechar al punto del ridículo, como Alicia en el País de las Maravillas sólo que del todo siniestro, hasta que cruzamos el umbral y entonces lo vemos: El Tío. Un humanoide diabólico hecho de arcilla, cornudo, adornado con guirnaldas de flores, hojas de coca y restos de cigarros pudriéndose en su boca y una pija larga como su antebrazo elevada a perfectos 45 grados.
Todo le pertenece. No hay un alma bajo esta roca infame que no dependa de su carácter y lo saben perfectamente, por eso procuran hacer las paces con él. Dicen que hay quienes han amasado fortunas gracias a sus pactos con él. Yo no sé qué creo, pero por las dudas me arrodillo y brindo, un trago de alcohol puro que me incendia el torso. Mitad para mí, mitad para tí. Seamos amigos.
Seguimos avanzando y el frío se transforma en calor, sofoca, se clava directo en el humor.
Un trueno continuo empieza a oirse, nos pegamos a las paredes del pasillo y un carro de hierro lleno de mineral nos pasa a centímetros empujado a toda velocidad sobre los vetustos rieles por tres infelices que preguntan dónde están su coca y su refresquito --al comienzo de esta excursión nos llevaron al Mercado Minero a comprar provisiones de esa clase para obsequiar a los trabajadores; otro curro Bolivia style, pensé; de haber sabido cómo era la cosa habría invertido la mitad de mi dinero en hacerlos felices--.
Algunos turistas --no me gustan los turistas: soy un viajero-- les sacan fotos y ellos responden no somos animales para que nos saquen fotos.
Son las cinco de la tarde y la jornada de diez horas está llegando a su fin. La procesión se dirige ahora hacia la luz, a lavarse las caras, las manos, y a respirar el aire. Alegres aquellos a quienes la montaña ha bendecido con su jugo y tristes aquellos a quienes les ha sido negado. Exhaustos, y un paso más cerca de la muerte, todos.


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Antes que todo te pido disculpas por el desorden y lo diferido de estas notas. La escritura fotográfica permanece un campo oscuro para mí. La experiencia sigue siendo una semilla que se planta en mi mente y cuyo fruto se recogerá necesariamente más tarde.

Por otra parte, resultó que lo que tenía era una infección bacteriológica respiratoria. El resultado: antibióticos, paracetamol, antistamínicos e ingesta abundante de líquidos. Salvo porque el viaje en avión a Lima me aniquiló los oídos --fue tremendo, habría querido que me cortaran una pierna para así al menos sentir un dolor que no fuera ese--, estoy bastante bien.

¿Vos cómo estás? ¿Sobreviviste a tu viaje a Arequipa?
¡Qué grato fue encontrarte en Cusco! Sos aire puro.



.d

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